¿Qué es la felicidad? Es difícil definirlo, pero sí parece evidente que todo el mundo desea alcanzarla. Y en los últimos años han surgido diversas iniciativas para valorarla todavía más: desde 2013, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) celebra -cada 20 de marzo- el Día Internacional de la Felicidad, como un “reconocimiento del importante papel que esta desempeña en la vida de las personas de todo el mundo”. Parte de ese rol crucial de la felicidad en nuestra existencia tiene que ver con la salud.
Cuando pensamos en lo que significa estar saludable, por lo general nuestras mentes se concentran en el ejercicio y la comida, pero hay otro factor importante. La felicidad es tan esencial para tu salud general como lo que comes y lo activo que eres, lo que significa que mejorar tus niveles de felicidad podría ofrecerte una serie de beneficios.
Tanto la felicidad como la salud están estrechamente relacionadas, y cada una influye en la otra, lo cual quiere decir que, si no estás contento, tu salud sufre y viceversa. En última instancia, esto significa que, si quieres estar lo más saludable posible, debes prestar atención a las cosas que están afectando tu felicidad y el tiempo que pasas en realizando ejercicio físico cada semana.
Los efectos de la felicidad sobre el organismo son múltiples: mejora el humor, se potencian las funciones del sistema inmunitario, aumenta la tranquilidad y disminuyen la ansiedad y el estrés, se reduce el dolor, el ritmo cardiaco baja, e incluso se retrasa el envejecimiento y ayuda a prevenir enfermedades como el párkinson. Es decir, la felicidad resulta clave tanto para la salud física como emocional.
Un estudio trascendental que analiza los efectos de la positividad en la salud encontró que las personas más felices realmente viven más tiempo. Los investigadores de la Universidad de Kentucky pudieron identificar los beneficios físicos de una actitud positiva en su estudio, en el que participaron monjas.
Descubrieron que, entre las monjas más alegres, alrededor del 90% seguía con vida a los 85 años, en comparación con el 34% de las que tenían una actitud negativa. De hecho, más de la mitad (54 por ciento) de las monjas felices vivían más allá de los 94 años, en comparación con solo el 11 por ciento, lo que sugiere que una disposición alegre realmente nos permite seguir adelante.
Además, la investigación continua de los hallazgos de este estudio reveló que las monjas más felices eran considerablemente menos propensas a sufrir de demencia que sus homólogas más desdichadas. Esto sugiere que su salud a lo largo de sus vidas también fue mejor.
Por supuesto, no hay recetas ni fórmulas mágicas para lograr la felicidad. Pero la ciencia ha permitido identificar algunos de los factores que la promueven, o al menos que producen que el cerebro libere dopamina, endorfinas y serotonina, sustancias conocidas como las “hormonas de la felicidad”, pues las tres están vinculadas con el bienestar y el placer. Los problemas fisiológicos que dificultan la producción de esas sustancias son, a menudo, causa de problemas como la ansiedad y la depresión.
Diversos estudios han comprobado que actividades como el deporte, escuchar música, bailar y viajar proporcionan felicidad. La suma de experiencias y los recuerdos almacenados en relaciones sociales, salidas y viajes generan un bienestar de largo plazo, a diferencia de la satisfacción más bien efímera derivada de comprar cosas, por ejemplo.
Así que a lo sabes, una de las claves más importantes para mantener una visa saludable es recordar lo que un proverbios pupular dice:
«No existe un camino hacia la felicidad, porque la felicidad es el camino»