Crecimiento y desarrollo un niño saludable – parte 1

La alimentación durante los periodos del embarazo y lactancia destaca su importancia por el impacto que tiene sobre el crecimiento y bienestar del nuevo ser y también sobre la situación de salud de la madre. Los requerimientos nutricionales de la madre aumentan, pero el exceso también puede traer malas consecuencias. Después del parto, la leche materna debe garantizar una alimentación óptica en el bebé, por lo menos en sus primeros seis meses. Existe una relación entre el estado nutritivo de la madre y la composición de la leche materna, y por lo tanto en el aporte de nutrientes al bebé lo que determina su salud. Por eso es importante que cada madre conozca sus requerimientos para un desarrollo óptimo de su bebé.

Existe una asociación entre la deficiencia de vitamina B9, B12, B6, A, D, yodo, hierro, zinc y selenio con una disminución de fertilidad, por lo que el estado nutrición de la mujer antes de planear quedar embarazada es muy importante. La deficiencia de folato tanto en etapas previa a la concepción como durante las diez primeras semanas del embarazo está relacionada con malformaciones cardiacas y defectos del tubo neural.

Debemos recordar que las malformaciones se producen durante los primeros 28 días de gestación, cuando es posible que se desconozca el estado de embarazo. Esto puede prevenirse aumentando el consumo de verduras de hoja verde y hortalizas, esto también puede disminuir el riesgo de parto prematuro.

Al inicio de la gestación, las necesidades energéticas no son diferentes de las mujeres no embarazadas, a partir del segundo trimestre, cuando el crecimiento placentario y fetal es mayor, se recomienda un aumento de la ingesta energética y de nutrientes. El porcentaje de aumento calórico es muy inferior al incremento recomendado de la mayor parte de nutrientes, por lo que es necesaria al configurar la dieta la selección de alimentos poco calóricos con alta densidad en nutrientes. Si la ingesta energética es elevada, puede haber un incremento de peso excesivo, aumentando la posibilidad de tener un feto muy grande, cesáreas, diabetes mellitus gestacional, preeclampsia y exceso ponderal del bebé en la edad adulta. Por otra parte, el escaso aumento de peso favorece el nacimiento de niños con bajo peso, que tienen mayor riesgo de lo de mortalidad perinatal y de desarrollar enfermedades crónicas en la etapa adulta.

Bibliografía

1.- https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112020000600009

2.- https://www.minsalud.gob.bo/images/Libros/DGPS/PDS/p345_g_dgps_uan_GUIA_ALIMENTARIA_PARA_LA_MUJER_DURANTE_EL_PERIODO_DE_EMBARAZO_Y_LACTANCIA.pdf

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