Imagina por un momento que eres un ciudadano de la antigua Roma.
Estamos a mediados de marzo y un aire festivo se percibe en cada callejuela, por los preparativos de una ceremonia cívica en la que los jóvenes romanos dejarán para siempre la etapa de su infancia; durante la celebración, cada joven será declarado y presentado ante su comunidad como «junior», y a partir de ese momento comenzará a vestir la toga virilis, en sustitución de la toga praetexta infantil. Entonces, los jóvenes así presentados en la fecha de la fiesta conocida como Liberalia, quedaban inscritos como aptos para la guerra y se ofrecían sacrificios a los dioses para guía y protección de los nuevos ciudadanos romanos.
“Había una costumbre romana que dictaba que en el día en que un niño(a) se hacía adulto(a), el muchacho ofrecía su pelota de juegos y la muchacha su muñeca, al dios Apolo para mostrar que habían dejado atrás las cosas de niño.”
William Barclay
Pensemos de regreso en una familia romana rica, con un joven que está destinado a heredar todo lo que su padre tiene. Cuando el joven era un niño pequeño, en realidad tenía menos libertad y autoridad que un esclavo de alto rango en el hogar: no podía ir a la calle, al parque o a donde quisiera sin supervisión; no podía comprar o vender nada que la familia no hubiera decidido antes y su voz no contaba para tomar decisiones en la comunidad.
En la alta sociedad romana, mientras uno fuese niño, en poco o nada se diferenciaba la vida entre los hijos y los esclavos de alto rango. Sin embargo, el joven está destinado a heredar todo, y el esclavo no.
¡Somos Herederos!
Justamente en esto pensaba el Apóstol Pablo cuando escribió su carta a la iglesia de los gálatas, diciendo:
Hay una hermosa progresión aquí: en primer lugar somos liberados de la esclavitud del pecado y entonces se nos declara hijos y adoptados en la familia de Dios. Y, como hijos, somos hechos herederos. ¡Qué maravillosa noticia! Ya no tenemos que usar nuestras vestiduras llenas de pecado e inmundicia, porque Dios nos ofrece una ropa nueva ¡Nos ofrece una toga color carmesí!
La gente considera un gran privilegio ver a un famoso o a un personaje de la familia real, y miles viajan grandes distancias para contemplar a uno de ellos. ¡Cuánto mayor es el privilegio de ser hijos e hijas del Altísimo! ¿Qué prerrogativa más grande se nos podría conferir que la de permitirnos formar parte de la familia real?
A fin de llegar a ser hijos e hijas de Dios, debemos separarnos del mundo. Hay un cielo delante de nosotros, una corona de vida que ganar. Pero sólo se dará la recompensa al vencedor.
Hijas e Hijos de Dios
El Monarca del cielo desearía que poseyerais todo lo que puede ennoblecer, expandir y exaltar vuestro ser, y que disfrutarais de ellos, para prepararos con el propósito de morar con él eternamente, con una existencia que se mida con la vida de Dios.
Ellen White
Los privilegios concedidos al hijo de Dios son ilimitados: vincularse con Jesucristo, quien, en todo el universo del cielo y de los mundos no caídos, es adorado por cada corazón, y sus alabanzas entonadas por cada lengua; ser hijo de Dios, llevar su nombre, llegar a ser un miembro de la familia real; alistarse bajo el estandarte del Príncipe Emmanuel, el Rey de reyes y Señor de señores.
El Hijo de Dios era el heredero de todas las cosas, y a él se le prometieron el dominio y la gloria de los reinos de este mundo… Así como Cristo estuvo en el mundo, deben estarlo sus seguidores. Son los hijos de Dios, y coherederos con Cristo; y el reino y el señorío les pertenece.
¿Cómo Aceptarse?
Una persona comienza por aceptarse como hijo o hija de Dios, aceptándose como creación divina y teniendo una actitud positiva hacia sí misma. Es fundamental aceptar lo que sucedió en el pasado y mantener una esperanza hacia el futuro. ¡Qué perspectivas encierra la vida venidera! ¡Cuántos encantos posee! ¡Cuán amplio, profundo e inconmensurable es el amor de Dios manifestado al hombre!
¿Deseas mantener tu Mente Sana? ¿Quieres una vida sin estrés, depresión o ansiedad? Comienza aceptando el regalo que Dios hoy te oferece: Somos Hijos e Hijas del Rey del universo, Somos Hijos e Hijas de Dios.
3 pasos para Auto-aceptarte
A continuación, te invitamos a seguir estos pasos:
- Sé positivo
Un ejercicio importante para nuestro bienestar mental es el educar a nuestro cerebro para tener pensamientos positivos. Puede aprender cómo hacerlo en nuestra guía: «Sé positivo« - Recuerda que Dios nos creó.
El hombre no llegó a existir mediante el proceso de evolución. Fuimos creados por Dios. Dios honró al hombre por sobre todas las cosas creadas, cuando lo hizo a Su propia imagen. Ni aún los ángeles tuvieron este honor, sólo el hombre fue creado a la imagen de Dios. El aceptarnos tal como nos creó Dios, nos libera. No tenemos que tratar de impresionar a los demás, no tenemos que luchar para obtener el reconocimiento de otros porque Dios nos ha aceptado y eso es lo que realmente importa. - Acepta el pasado y ten esperanza en el futuro.
Todos los seres humanos estamos conformados por defectos y virtudes que nos hacen únicos, aceptarnos nuestros errores, trabajar en ellos de la mano del Señor nos permitirá ser mejores personas, fieles a la Palabra y a Sus mandamientos.
Para Reflexionar
Hazte estas preguntas y responde con sinceridad:
¿Me acepto realmente como soy?
Recuerda que la autoaceptación es el rasgo central de la salud mental, implica reconocernos y aceptarnos tal como somos, con nuestras buenas cualidades y nuestras limitaciones. Se refleja en una autoestima alta y favorece el bienestar psicológico general.
¿Reconozco que soy hijo o hija de Dios?
¿Agradeceré a mi Creador por haberme creado tal como soy? ¿Confiaré en Su amor y sabiduría para mi vida? No olvides que es totalmente posible el tener una auto-imagen correcta, aceptándote a ti mismo y confiando en el amor y la sabiduría de Dios. Aún las cosas que parecen estar en contra nuestra pueden redundar mas bien en nuestro beneficio si confiamos en Dios ¡porque somos Hijas e Hijos del Rey de Reyes!
¿Qué debo hacer para aceptarme como soy?
¿Qué cosa te hace falta? ¿Debes perdonarte por algo que aún te hace sentir culpa? ¿Quemaste un puente que te relacionaba con una persona y debes pedir perdón?