Guía para una Mente Sana: 07 Ten Esperanza

Todos hemos oído alguna vez frases como “la esperanza es lo último que se pierde” o “mientras haya vida hay esperanza” y, también conocemos la famosa caja de Pandora, que cuando se abrió se extendieron todos los males sobre la tierra, pero en el fondo de la caja quedó la esperanza.

De hecho, la esperanza es fundamental para el ser humano, es el motor que nos impulsa a conseguir lo que queremos y a mantenernos ilusionados con la vida. Tanto es así, que su falta puede llevar a un problema mental.

Por ello, desde Quiero ¡Vivir Sano! te mostramos que otro factor promotor de la salud mental es mirar al futuro con esperanza. Dante describió el infierno en su Divina Comedia con un letrero que, a la entrada, decía: “Los que entráis, renunciad a la esperanza.” Lo peor que puede ocurrir para detrimento de la salud mental es vivir sin esperanza.

Los deportistas que creen no poder alcanzar la victoria, se rinden, los escolares que contemplan el fracaso escolar y pierden la esperanza, acaban suspendiendo sus asignaturas, y los enfermos graves que renuncian a luchar contra la enfermedad por carecer de esperanza, acaban muriendo. Mucho del sufrimiento humano se debe a la flaqueza de mirar al futuro con desesperación o incertidumbre.

“Estoy preparado para lo peor pero espero lo mejor”

Benjamin Disraeli

¿Qué hacer hoy?

Pese a que han pasado casi 200 años desde que el político británico utilizase esta cita, hoy sus palabras están cargadas de sentido. En periodos de crisis, en los que el ser humano se deja llevar por el miedo, la esperanza aparece como una herramienta relevante para seguir adelante.

Queda claro que la esperanza se relaciona con estados de ánimo agradables y deseables, algo que también ocurre con el optimismo. Son dos conceptos que, en ocasiones, se confunden ya que confluyen en algunos aspectos.

“El optimismo es una actitud positiva, un hábito mental, un modo de pensar que nos sale de manera espontánea. Tiene su origen en las experiencias positivas y la actitud de nuestros modelos de referencia que siempre ven el vaso medio lleno.

En conlusión

Ya evidencia empírica de que los niveles se pueden mejorar con programas de intervención efectivos, que además logran también mejorar otros aspectos de nuestro bienestar, como disminuir los niveles de ansiedad. Estos programas también se han mostrado efectivos en el ámbito académico.

La esperanza es por tanto uno de los recursos personales más relevantes tanto para nuestro bienestar, como para nuestro éxito en la vida y por ello conviene que la fomentemos.

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