El altruismo es la tendencia a ayudar a los otros de manera desinteresada. La palabra, como tal, proviene del francés altruisme, voz que se deriva de autrui, que significa ‘otra persona’ o ‘los demás’. Originalmente remite al latín alter, que traduce ‘otro’.
El término altruismo fue creado en el siglo XIX por el filósofo francés Augusto Comte para definir un tipo de comportamiento opuesto al egoísmo.
Las personas que actúan con altruismo lo hacen de manera desinteresada, sin perseguir el beneficio personal, sino con el objetivo de procurar el bien de las otras personas.
Una persona altruista, en este sentido, es aquella que piensa en los otros antes que en sí misma. Es alguien que ayuda o apoya a quien necesita ayuda sin esperar nada a cambio.
La práctica del altruismo constituye otro elemento clave de salud mental.
Quienes participan de alguna experiencia de voluntariado o tienen la oportunidad de
ayudar a algún desvalido, confesarán que les embarga un sentimiento de satisfacción
generalizada y deseos de seguir practicando el servicio. Y es que el ser humano lleva
consigo una actitud solidaria y compasiva, un deseo de ayudar a otros que proporciona
paz y bienestar mental. El altruismo es una fuente probada de salud mental y su
práctica aleja la mente del egoísmo, que es origen de desajustes mentales y
conductuales.

Por eso, aquí te contamos cómo llegar a ser más altruista.
- Prestar atención a las cosas pequeñas.
Esto significa que no es necesario sacrificarse, sino simplemente comenzar con acciones ordinarias y cotidianas. Los pequeños gestos como sonreír a una persona; ayudar a un vecino o llamar a un amigo o familiar para saber cómo está, son algunas de las posibilidades.
- Sonreír a la vida.
Estar atento a lo que ocurre a nuestro alrededor y si es posible estar de buen humor. Cuando se está en esa frecuencia es posible percibir las necesidades ajenas y poder satisfacerlas. Además, la alegría permite ver todo desde el lado positivo.
- Agradecer lo que tenemos.
Recordar en algún momento del día todo aquello que han hecho otras personas por nosotros y que nos ha dejado contentos y satisfechos. Cuando podemos reconocer esto, podemos agradecer, y el agradecimiento impulsa a ser más altruista y más amable con los demás.
- Hablar con nuestros actos.
No es necesario decir lo que se va a hacer, ni comentarlo con nadie. Si alguien nos necesita, ahí podemos estar para él, sin importar lo que haya sucedido antes o lo que pueda suceder después.
- Tener presente las diferentes formas de ayudar.
Esto es fundamental ya que hay múltiples maneras: puede ser con dinero, pero también con tiempo, conocimientos, tiempo, atención, etc. Sólo tenemos que saber qué es lo que necesita el otro y ver la posibilidad de que pueda obtenerlo.
- Darle todo el valor personal.
Ser altruista tiene efectos tangibles y efectivos, no solo para quien recibe la ayuda sino también para quien la da. De hecho, cuando hacemos algo por alguien, sentimos la satisfacción de ser útiles y de construir con un granito de arena algo bueno para la sociedad. Sin nuestra acción, las cosas hubieran seguido igual; hemos sido los constructores de una nueva y mejor realidad para alguien.
- Hacer del altruismo una decisión personal.
Por supuesto, cuando actuamos de esta manera es porque nace desde el corazón. No hay lógica, ni pensamiento, ni conveniencia, es un sentimiento que nos invade de empatía, amor, solidaridad y apoyo incondicional. Es la oportunidad de contribuir a que alguien logre algo para sentirse bien.