La gratitud es la capacidad que el individuo posee de poder agradecer, de poder reconocer los dones recibidos por un bienhechor. La gratitud significa una actitud con tendencia a ver la vida entera como una dádiva. La gratitud conlleva un procesamiento cognitivo, puesto que atribuye significación positiva a la acción o beneficio recibido.
Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil, que paciente la sostiene.
Rabindranath Tagore
Se considera que la gratitud, concebida un estado afectivo, se manifiesta en tres niveles:
- 1) como emoción, es una respuesta breve, intensa y precisa que surge ante un evento externo considerado positivo.
- 2) como estado anímico, es un comportamiento emocional relativamente estable durante un lapso de tiempo, con variaciones aunque no sea un estado disposicional.
- 3) como rasgo afectivo, la gratitud es una tendencia generalizada a reconocer y responder con emociones de agradecimiento a la benevolencia de otras personas por los beneficios que han recibido.
La gratitud resulta de reconocer en otros una buena voluntad, apreciar la generosidad y los gestos de altruismo recibidos, es una respuesta emocional positiva por haber recibido un beneficio, que es percibido como resultado de una buena intención.
La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes.
José Martí
La gratitud tiene en la memoria a un poderoso aliado que atribuye intemporalidad a las buenas acciones. Debido a este factor, recordamos a la persona que, en un pasaje muy crítico de la vida, nos extendió la mano que nos permitió salir adelante; recordamos a nuestros seres queridos fallecidos por lo todo lo que recibimos de ellos y disfrutamos juntos nuestras vidas; rendimos homenaje a nuestros héroes que ofrendaron sus vidas en defensa del país. Estas acciones son gestos de gratitud hacia nuestros benefactores que subyacen en la memoria de las personas y en la memoria colectiva de los pueblos. George Simmel, el famoso sociólogo suizo, se refirió a la gratitud como «la memoria moral de la humanidad». Y que «si todos los actos de agradecimiento se eliminaran de repente, la sociedad, tal y como la conocemos, se desmoronaría»
La psicología positiva, que estudia científicamente todo aquello que brinda bienestar psicológico, inició una investigación sobre los efectos de la gratitud a finales de los años 90, a través de Robert Emmons de la Universidad de California y Michael McCullough de la Universidad de Miami.
Dicho estudio consistió en conformar tres grupos de personas, asignados al azar, con la indicación de llevar un diario semanal. El primer grupo tendría que escribir en su diario las cosas por las que estaba agradecido; el segundo, escribiría todo lo que les enfadaba; mientras que el tercer grupo se enfocaría en los eventos neutrales. Después de diez semanas, los resultados revelaron que las personas que escribieron sólo agradecimientos presentaron mejor salud que el resto de los participantes.
Cuando encontramos algo por lo cual estar agradecidos, por más pequeño que sea, y mantenemos ese sentimiento de gratitud por 15 a 20 segundos, nuestro cuerpo experimenta varios cambios fisiológicos sutiles y beneficiosos, por ejemplo: la disminución de los niveles de estrés y el fortalecimiento del sistema inmunológico; mejor flujo sanguíneo; el ritmo cardiaco se armoniza y la respiración se vuelve más profunda, por lo que aumenta la cantidad de oxígeno en los tejidos.
Desarrollar la gratitud requiere de voluntad y disciplina, como cualquier otra actividad, por lo que la práctica continua produce beneficios físicos y emocionales. De esa manera, las personas agradecidas podrían ver lo positivo incluso en los momentos de sufrimiento, valorando estos elementos para integrarlos en su existencia.