La historia de Job es ciertamente una historia de fe.
Desde luego, es fácil olvidar en nuestro ajetreo diario qué significa exactamente fe. Tener fe en Dios significa más que la prueba de cosas que no podemos ver, tener fe significa partir de viaje, sí, viajar.
Los seres humanos estamos en un éxodo, llamados permanentemente a salir fuera de nosotros mismos, despojarnos del egoísmo, de la autosuficiencia, llamados a buscar el camino hacia nuestra verdadera casa, la casa de nuestro Padre Celestial.
Visto así, si los seres humanos somos peregrinos en la vida, entonces la verdadera tentación consiste en abrigar el deseo de dejar de viajar, sentir que ya hemos llegado, ya no buscar la santidad. La verdadera tentación es ya no pensar más en nosotros mismos como peregrinos en este mundo, sino como amos, como dueños del camino, como dueños de nosotros mismos.
La fe es lucha y sumisión. Es una lucha porque no es el descanso ante una certeza poseída y es sumisión porque en el combate, va a llegar un momento en el que se comprenderá que el perdedor en realidad vence, y por tanto uno se rendirá ante el poder, la sabiduría infinita y la majestad de Dios. La fe es por consiguiente el auto abandono y olvido de uno mismo, y alegría de confiarse plenamente y sin cuestionar, en los brazos del Altísimo.
¿Por qué Dios no le contestó a Job sus preguntas? Sencillo. Dios es Soberano, eso significa que Él puede hacer lo que sea, cuando sea, con quien sea y cuando él decida que se haga. La fe es más que nada un ancla que nos aferra a esa realidad, que nos ayuda a confiar que pase lo que pase, Dios hará lo que Él quiera, como quiera, cuando Él quiera, de la forma que quiera y sobre todo, que eso que Él hará, será de provecho para ti y para mí.
Si la fe en verdad es todo esto, los representantes de Dios no buscarían signos visibles que muestren la fidelidad del Dios en el que creen. Los representantes de Dios que tengan la fe que Job tuvo para afrontar la crisis que él afrontó, creerán en el Padre eterno también cuando la respuesta a los verdaderos interrogantes sobre el sufrimiento humano, quede escondida en su silencio
Hay que decirle «no» a una fe estática, rechacemos la fe barata hecha de confortable tolerancia, que se defiende condenando a los demás porque no sabe cómo vivir el sufrimiento. Aprendamos a aceptar y decirle «sí» a una fe que se interroga, capaz de empezar cada día a fiarse de los demás, de vivir el éxodo sin retorno, viajando siempre hacia Dios, una fe que confía en su Palabra.
La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y que sabe mejor qué es lo que nos conviene. Por eso Él nos induce a escoger su camino, en lugar del nuestro.
En lugar de tu ignorancia, acepta hoy ser su representante: ¡Acepta hoy su sabiduría infinita!; en vez de tu debilidad, acepta hoy ser su representante: ¡acepta su fuerza!; Cédele el control de tu vida; por la fe reconoce el derecho de propiedad que Dios tiene sobre ti, y acepta su bendición. La verdad, la justicia y la pureza han sido señaladas como los secretos del éxito en la vida, pero es la fe la que nos pone en posesión de estos principios. Puede que ser representante de la majestad del cielo suene difícil y vaya que te ganarás un enemigo como ya vimos, pero Dios, el mismo Dios que tiene poder sobre el Leviatán, siempre estará a tu lado para defenderte, pero con una condición: Fe.